Originario de China, el kumquat es un pariente del naranjo sumamente ornamental, que ofrece un pequeño fruto anaranjado, oval o redondo, de piel fragante y sabor agridulce, que se puede comer sin pelar. Se trata de un árbol que, plantado en un jardín, puede alcanzar los 4,5 metros. Sin embargo se adapta perfectamente a la vida en maceta, en una terraza al aire libre o acristalada. Es de lento crecimiento, adora el sol y el calor, pero, a diferencia de otros cítricos, algunas especies de kumquat pueden soportar temperaturas de -10 grados sin sufrir grandes daños. Las especies de kumquat más habituales son la ‘Nagami’ (Fortunella margarita ‘Swing’), de frutos ovales, y la ‘Marumi’ (F. japonica ‘Swing’), de frutos redondeados y muy aromáticos.
Hojas
El follaje del kumquat es perenne. Las hojas son lustrosas y de color verde oscuro.
Flores y frutos
De marzo a junio se llena de minúsculos azahares muy perfumados y de color blanco. En invierno, cuando el color de los frutos alcanza su plenitud —desde un amarillo dorado a un anaranjado rojizo, según la especie—, el kumquat exhibe su mayor belleza decorativa.
Cultivo
Exige una exposición al sol, resguardada del viento, y un suelo ligero, drenado, fresco y neutro. El kumquat necesita espacio, de modo que es ideal como ejemplar aislado. Si se podan las ramas inferiores, ganará un aire más esbelto. Se planta o trasplanta en primavera.
Cuidados
Durante el verano conviene abonarlo cada 15 días y regarlo de forma vigilante, especialmente si vive en maceta. La cochinilla y la oruga minadora de los cítricos son sus enemigos.
De interés
En China, el kumquat convive con los cultivos de té en regiones de gran amplitud térmica.
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